Para Durand “la
utilidad social” es la primera finalidad de la arquitectura.
La “conveniencia”
de todo edificio así como la “economía” de la figura del proyecto y su
construcción deben estar sujetos a este principio.
La “conveniencia”
incluye la estabilidad, higiene, y comodidad, mientras la “economía” reúne la
simetría, regularidad y sencillez.
Por tanto, el
principio de economía se refiere a la eficiencia del proyecto, a una
planificación técnica clara y a los métodos de ejecución.
Este principio
implica una reivindicación del arquitecto: debe de tomar en cuenta el conjunto
de una imaginaria sociedad igualitaria cuya cohesión solo puede lograrse
mediante los beneficios que obtienen entre si los miembros y los productos.
Para que funcione,
Durand elabora un método de proyección totalmente sistematizado que fija una
trama cuadrada como base para colocar los muros y los elementos de carga, que
pueden combinarse en ordenados ensamblajes, a semejanza de un juego de
construcción.
La dimensión del
espacio axial fundamental puede variar, pero la trama de base siempre determina
el sistema constructivo que puede estar compuesto por muros, arcadas, cuerpos
de los edificios, patios interiores….
Durand no
profundiza en el aspecto constructivo y técnico de sus proyectos. Lo mas
importante para el son ante todo la economía y la racionalidad de los mismos.
Las tradiciones
arquitectónicas, los valores expresivos simbólicos o las condiciones del solar
ya no juegan ningún papel y no se oponen al objetivo de una “utilidad”, social
que hace hincapié en el cumplimiento de una función elemental. Construir
grandes edificios públicos, que tengan siempre una rigurosa simetría axial y
generalmente estén organizados alrededor de varios patios, es la mejor forma
para garantizar la utilidad social de la arquitectura.
Pero, al principio
de la formación del arquitecto, el estudio no supera la fase de interminables
ejercicios abstractos sobre motivos arquitectónicos básicas como vestíbulos,
arcadas, patios y salas. Solo al final del curso estos se desarrollan como
tipos de construcción con especificas exigencias funcionales. Estos edificios
monumentales requieren una instrumentación, que debe someterse, sin embargo, al
criterio de economía.
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